En Progreso

INICIO    MÚSICA    DANZA    TEATRO    OKINAWA    AINU    PATRIMONIO    PERSONALIDADES    

Derechos Reservados  © Mauricio Martinez R..

Personalidades


ZEAMI (1363-1443)



Sobre el Arte del Teatro Noh - Los Principales Tratados de Zeami

de la versión en inglés de J. Thomas Rimer y Yamazaki Masakazu

Relato de las reflexiones de Zeami sobre el arte
(Sarugaku dangi)

Notas tomadas por Hata No Motoyoshi


Prefacio


Dōami (Inuō). Las actuaciones de Dōami se situaban siempre en los tres niveles superiores y nunca caían ni siquiera hasta la cima de los tres niveles medios, por no hablar de los niveles medios o inferiores de nuestro arte. Sólo su canto era sin duda más bajo, en el rango más alto del nivel medio.


En la obra Aoi no Ue, cabalgaba en un carro tirado por bueyes con una túnica forrada de tela color sauce y una falda tan larga que le ocultaba los pies. Una criada, interpretada por Iwamatsu, se aferraba al eje del carro. En el puente comenzó su issei. "Montados en los tres vehículos de la ley otros pueden escapar de la casa en llamas. La mía no es más que una carreta en ruinas como la casa de Yūgao; no sé cómo huir de mi pasión", y luego, moviendo la carreta hacia adelante, continuó, con voz plena. "Como un carro tirado por bueyes, este mundo cansado rueda sin fin sobre las ruedas de la retribución...."⁷. En este shidai, cantó la última sílaba de la palabra "carro" de forma aguda y hermosa, y, al terminar, zapateó al ritmo de la música. Más adelante en la obra, cuando apareció como el espíritu de la Dama Rokujō, en el momento en que el monje yamabushi⁸ -interpretado por Toyo- rezaba al fantasma, miró al monje, sujetándose las mangas de su traje de tal forma que ocultaba su rostro, realmente un momento de eficacia teatral indescriptible.


Por otra parte, cuando ejecutaba la "danza del ángel"⁹, bailaba como si fuera un pájaro que se hubiera entregado al viento. Al entregar al waki un sutra escrito en polvo de oro, ya estaba danzando cuando retiró la mano del sutra. En la primera mitad de la danza, levantó el abanico hacia la izquierda, un movimiento inusual pero llamativo en sí mismo; al final, cuando entonó las palabras "qué, qué hacer...", movió el abanico hacia la izquierda y realizó un poderoso gesto, como si dibujara un gran círculo en el aire. Zeami se preguntó por qué ejecutaba una danza tan peculiar. Al principio, la forma parecía algo incorrecta, pero Zeami no tardó en darse cuenta de que Dōami había alcanzado el nivel de la Fruición Suprema y que sus movimientos eran del todo apropiados. Sin embargo, los demás [actores de su compañía], al ver que sus excentricidades tenían éxito, intentan imitarlas de manera superficial [de modo que su arte] se asemeja a un obi desatado, que no saben cómo abrochar y así controlar su arte.


Por otra parte, en la obra Nembutsu de Sarugaku, Dōami vestía túnicas tejidas de seda cruda y pulida, holgadamente fruncidas por delante, y sobre ellas, una prenda de seda teñida de negro. Se cubría bien la cabeza con una capucha hecha con un largo trozo de tela. Hasta su aspecto era fascinante. Como si le llamaran desde la sala verde, apareció cantando sin cesar en medio de la multitud: "Alabado sea Amida Buda". Luego, avanzando, hizo sonar un gong de mano y profirió gritos de lamento. Golpeando despreocupadamente el gong dos o tres veces, e ignorando el ritmo musical que esos sonidos establecían, adoptó una actitud de oración, juntando las dos manos a la antigua usanza piadosa. Al final de cada frase repetía la oración "Alabado sea Amida Buda", que pronunciaba con fervor, como si fuera una expresión que nunca abandonara sus labios, y se movía de un lado a otro de forma compuesta. "Aún ahora puedo verle ante mí", dijo Zeami.


En el Sarugaku llamado Morikata, en el momento en que Dōami estaba sentado y leía las escrituras budistas, aparecieron en escena su esposa y su madre; cuando ellas dijeron: "¿cómo es esto?", él miró largamente a su madre, luego se volvió y miró con desagrado a su esposa. Esta conmovedora expresión de ansiedad le valió grandes elogios en su momento. En el Sarugaku sobre el tema "el niño que no es nuestro niño", en las líneas "¡ah, se ha ido deprisa!", también fue muy elogiado por la expresividad que mostraba con sus ojos.


En general, el arte de los intérpretes de Sarugaku del estilo Ōmi no busca el tipo de efecto teatral que pueda provocar el asombro del público; más bien, sus principios básicos exigen la creación de una apariencia tranquila, rica en atmósfera. Al final de una obra, por ejemplo, todo el reparto se limita a permanecer de pie cantando en el escenario antes de hacer una rápida salida final. Sólo Dōami, al basar su arte en un estilo tan sencillo, alcanzó el nivel de la Fruición Suprema, y como sus actuaciones eran realmente eficaces, hoy en día todos los miembros de la compañía Ōmi intentan imitarle, aunque no están a la altura. Sus cantos y sus movimientos escénicos son lentos y perezosos. Tal es la situación de esta compañía.


Entre los waki, Toyo era un intérprete correcto y serio, que siempre se esforzaba por actuar de forma adecuada a la situación. Iwamatsu era un waki que siempre seguía la shite (actor principal) a la perfección. En ocasiones, Ushikuma también actuaba como waki principal en una representación en la que aparecía más de un actor secundario.



⁷ Esta traducción es tomada de Japanese Noh Drama II (Tokio, 1959), 93.

⁸ Una especie de sacerdote budista itinerante, a menudo residente en las montañas, que a veces ejercía de exorcista.


⁹ Una especialidad de Dōami, cuya importancia también menciona Zeami en "La flor del retorno". Véase "Kyakuraika", tr. de Mark J. Nearman, Monumenta Nipponica 35, nº 2 (verano de 1980), pp. 186-190.

Personalidades