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Derechos Reservados
© Mauricio Martinez R..
PROYECTO GAGAKU
Universidad de Stanford

Eisā


Eisā es una danza que es interpretada por jóvenes en la isla principal y en las islas periféricas de la prefectura de Okinawa durante el Festival Bon de mediados del verano. Su propósito es dar reposo a los espíritus de los ancestros. El nombre eisā se origina en la exclamación “eisā eisā“, que los intérpretes emiten para mantener el ritmo a medida que danzan y tocan los tambores. Otros creen que es una derivación de la palabra esa de Esa omoro, un género que aparece en el Volumen XIV del Omoro Sôshi, la obra más importante de la literatura clásica okinawense.

El aire nocturno resonando con los golpes dinámicos de los tambores, los gritos de “
eisā eisā“ y “hiya sāsā ei suri sāsā”, los alegres silbidos a través de los dedos, y los jóvenes y las jóvenes sudando mientras danzan enérgicamente, son todos parte del vibrante paisaje de verano en Okinawa.

Una danza originalmente interpretada con el acompañamiento de canciones
nenbutsu budistas, eisā ha sido enormemente transformada con el paso de los siglos. La Competencia de Eisā patrocinada anualmente por la ciudad de Koza (actual ciudad de Okinawa) en los años de postguerra fue instrumental en crear la eisā como la conocemos hoy. La participación en la competencia se convirtió en algo muy importante para las asociaciones juveniles a lo largo y ancho de la prefectura de Okinawa, haciendo que se involucraran profundamente en la danza eisā. Hoy en día los jóvenes interpretan un repertorio de canciones eisā que consisten de melodías sobre el folclor, el amor y las festividades, las cuales han sido integradas junto con las antiguas canciones nenbutsu, al lado de nuevas danzas complementarias. Más aún, la eisā moderna no solo se interpreta durante el período del Festival Bon sino a lo largo del año.

Eisā cultiva un sentido de solidaridad entre la juventud en todas las localidades y también juega un papel importante en la revitalización de las comunidades regionales. Hoy en día eisā sigue evolucionando como un arte escénico folclórico, estimulado por la creatividad de los jóvenes okinawenses.

 

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