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Derechos Reservados  © Mauricio Martinez R..

EL ESTILO Y BELLEZA DEL KABUKI

por Toshio KAWATAKE ©



4. Estilo y Estética

4.2. Musicalidad


Consideremos ahora la musicalidad del Kabuki en términos más concretos. Primero que todo encontramos el sonido de las baquetas hyôshigi que están siempre presentes en el Kabuki. Estas dos piezas de madera son percutidas entre si por un hombre que está ubicado al lado derecho en momentos en que la cortina se abre o se cierra. Su función no es para nada sencilla. Primero porque la técnica de percusión varía de acuerdo con la obra que se presenta. Cuando la cortina se abre en Chûshingura, los hyôshigi deben ser percutidos 47 veces, una vez por cada uno de los 47 guerreros leales. En el caso del cierre en las obras históricas, estos son primero percutidos pesadamente en intervalos largos y luego se va acelerando el tiempo gradualmente hasta un ritmo que asemeja a una ráfaga. La cortina es al mismo tiempo desplazada de acuerdo a la velocidad de la percusión, primero lentamente y luego más y más rápido hasta ser cerrada completamente. En el caso de sewamono hay un solo golpe seguido por una línea del texto, y luego la percusión va primero en ráfaga para terminar en un tiempo lento. Debido a que es difícil controlar apropiadamente los intervalos, se requiere de bastante práctica para lograrlo. Es así como el penetrante sonido de hyôshigi se puede considerar como el verdadero símbolo de las cualidades sonoras del Kabuki.


Por otro lado está el tsuke, que se asemeja al hyôshigi. Cuando un actor hace una pose mie en una pieza aragoto, o cuando hay una escena de combate o de asesinato, un hombre ataviado en kimono y capucha de color negro se sienta en la parte derecha del escenario. Él tiene en sus manos un par de piezas cuadradas de madera y con fuerza las golpea contra el piso. Esto sirve como puntuación para la acción y también ayuda a darle énfasis.


Además de esto están los efectos sonoros especiales producidos detrás del kuromisu a la izquierda del escenario. A esta música se le llama geza (literalmente, música de tras escena) ya que es ejecutada fuera del escenario mismo. Además del shamisén hay un gran tambor de un metro de diámetro, y otros instrumentos que incluyen un xilófono, un kokyû (laúd de cuatro cuerdas con arco) e incluso tambores de madera de los utilizados en templos conocidos como mokugyo.


Aparte de la música instrumental la música geza puede incluir el canto acompañado por shamisén. El propósito de esto es intensificar la energía de la escena pertinente por ejemplo con canciones románticas (meriyasu) al momento de una escena de amor o canciones tiernas cuando una mujer está en un estado pensativo al momento de peinar su cabello, o con canciones folclóricas (zaigôuta) en una escena campestre con un paisaje de praderas y ríos. Existe una gran variedad de melodías apropiadas para las escenas en general y para los estados anímicos de cada escena. Ya que la función principal es la de resaltar el efecto, la primera tarea de a música geza es la de proporcionar una atmósfera apropiada a cada escena. Existen también algunas piezas instrumentales que acompañan a escenas especificas, tales como Matsuri-bayashi para una escena carnavalesca, Kabuki y Tori Kagura para escenas callejeras alegres en Edo, y así sucesivamente.


La segunda tarea de la música geza es la de crear efectos sonoros. El gran tambor por si solo puede ser percutido en más de treinta formas diferentes. Los golpes pesados y profundos de un tambor son utilizados para describir el comienzo de escenas de batallas. Además están los sonidos de la naturaleza, tales como los golpes de las gotas de lluvia, los cuales pueden ser imitados al tocar el tambor en forma rápida y suave. Aunque en obras modernas se utilizan abanicos con granos atados a ellos para crear el sonido de la lluvia, en las piezas clásicas se emplea el gran tambor con el mismo propósito. Los sonidos del viento, los truenos, el murmullo de un arrollo o el sonido de los rápidos de un río, el rugido de las olas en el mar, y el eco en las montañas (yamaoroshi) pueden todos ser reproducidos por el tambor. Aunque los efectos no son exactamente iguales a los sonidos que imitan, estos representan otro aspecto de la concepción realista encontrada en el Kabuki.


El gran tambor no se emplea solamente para efectos sonoros. También es usado para crear atmósferas. Por ejemplo la nieve puede ser representada con el uso del tambor. Aquí no existe la intención de imitar el sonido -como el de la caída de la nieve- ya que la nieve generalmente no produce sonido. Se utiliza una baqueta corta y gruesa envuelta en algodón para golpear suavemente el tambor. El sonido resultante es una sugestión simbólica de la caída de la nieve. Al mismo tiempo se vierten miles de pequeños trozos triangulares de papel blanco desde una canasta suspendida sobre el escenario y ubicada fuera de la vista. En ese momento en un número de obras (tales como Meido no Hikyaku y Yaoya Oshichi) una hermosa mujer vestida en un kimono rojo carmesí aparece en medio de una escena de nieve, creando así un efecto tanto visual como auditivo. El gran tambor también agrega un efecto psicológico como en el caso de la entrada de un espíritu o de un fantasma, cuando una serie de golpes de tambor combinada con música de flauta crea un aire inolvidable y premonitorio.


La música -especialmente la de shamisén- es explotada al máximo en el caso de la piezas de danza. Cuando se presentan obras como Kanjincho y Musume Dôjôji, se emplea una plataforma de dos niveles cubierta con una tela roja y ubicada en la parte trasera del escenario, en la cual, en el segundo nivel, hay músicos y cantantes de nagauta, mientras que en el primer nivel están los músicos de hayashi (ohayashi renjû) similar a los encontrados en las obras de Noh, es decir un flautista y los percusionistas (quienes tocan tsuzumi pequeños y grandes y taiko). La plataforma cubierta de rojo se conoce como hinadan ya que se parece a la del festival de muñecas (hina matsuri) que se realiza en marzo. Cuando se requiere de músicos tokiwazu y kiyomoto, estos se ubican a la izquierda y derecha del escenario, como en el caso de Momijigari y otras obras. En esos casos, el fondo de la escenografía generalmente consiste de pinturas de montañas y también se usa un motivo montañoso para decorar la plataforma sobre la que se sientan los cantantes y músicos. A esta plataforma se le conoce como yamadai (lit. plataforma de montaña). Las piezas en la que los narradores, cantantes e instrumentistas aparecen sobre el escenario a la vista del publico, no detrás del kuromisu, son conocidas como degatari (narración al descubierto) o debayashi (acompañamiento al descubierto).


Es así como el Kabuki se expresa musicalmente a través de una gran variedad de instrumentos y de música shamisén. Comparado con el Noh, en el que se emplean tan solo cuatro instrumentos, o Kyôgen, donde raramente se emplea la música, la diferencia con el Kabuki es abismal. En particular el shamisén no se empleó en formas teatrales anteriores al Kabuki. Se podría decir que la música shamisén simboliza claramente la sensualidad de la cultura urbana de Edo.


Se pueden decir algunas cosas más sobre el ritmo de patrones de sílabas de siete y cinco, que ya ha sido mencionado en la sección de Bunraku en conexión con el michiyuki. La musicalidad de este ritmo es también uno de los factores más importantes en el Kabuki. Por ejemplo, en la obra Benten Kozô, cuando un ladrón disfrazado de mujer penetra en una tienda de ropa y se descubre que es un hombre por el tatuaje que lleva. Este hombre es el héroe de la obra, Benten Kozô. De repente, refleja su masculinidad a través de un fuerte pose mie y golpeando su pipa para limpiarla. Luego de esto dice sus líneas en el ritmo ya mencionado:


Shi-ra-za-a-i-t-te (7)   

Ki-ka-se-ya-shô (5)   

Ha-ma-no-ma-sa-go-to (7)   

Go-e-mo-n-ga (5)   

U-ta-ni-no-ko-se-shi (7)   

Nu-su-t-to-no (5)   

Ka-zu-wa-tsu-ki-ne-e (7)   

Shi-chi-ri-ga-ha-ma (6)   


Esta es una auto-presentación y pertenece a la categoría de tsurane, similar a la encontrada en Shibaraku. Sin embargo en el caso de Benten Kozô la acción no es completamente del estilo de aragoto y se crea sobre el escenario una tienda de ropa muy real hasta el punto en el que los vendedores, los aprendices y los clientes lucen como lo que hubiera sido en la época. El héroe, quien hasta ese momento ha actuado en una forma casi realista, de un momento a otro empieza a actuar en una forma irreal. Al disfrazarse como una mujer y luego al ser descubierto, declara su verdadera identidad en el punto de mayor clímax de la obra. Dando la cara al público declama sus líneas en el ritmo de siete-cinco. La situación es típica del Kabuki y ya que es lo que los espectadores están esperando ver, es el momento de gritar los apodos de los actores como por ejemplo Naritaya u Otowaya y expresiones como "Mattemashita" (lo que estaba esperando!) o "Tappuri" (Excelente!).


El principal encanto del Kabuki puede estar en su amplia musicalidad incluyendo el agradable efecto de los ritmos de los textos, algo que se encuentra en prácticamente todas las obras.

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