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Derechos Reservados
© Mauricio Martinez R..
PROYECTO GAGAKU
Universidad de Stanford

Eisā

Eisā a través de las eras


-Eisā en la preguerra


Eisā durante la preguerra era interpretada el último día del Festival Bon cuando los espíritus ancestrales eran enviados de regreso al mundo de la muerte. Hombre y mujeres jóvenes, conocidos como eisā shinka, se reunían en el murayā, un centro comunitario de la aldea, equivalente a las alcaldías de hoy, y luego iban de casa en casa interpretando canciones eisā. En cada hogar bailaban con el acompañamiento de canciones nenbutsu tales como Chunjun Nagari y Yamatu un Yamabushi. Era la costumbre que las familias despidieran a sus espíritus ancestrales luego de que la agrupación de eisā los hubiera convocado. Cada familia en la aldea compartía con los intérpretes algunas ofrendas del altar, tales como pasteles de arroz, dulces y tajadas de puerco, al igual que sake. El sake era recolectado en una gran vasija que el grupo traía, y más tarde lo consumían en el centro comunitario en donde celebraban el fin de un día agitado.


La eisā de Kokuba en la ciudad de Naha ha sobrevivido hasta hoy en la forma en que se interpretaba antes de la guerra. Una sociedad para la preservación de eisā protege su transmisión a generaciones jóvenes en la actualidad.


El traje para los hombres en la preguerra consistía de un kimono de tela de fibra de banana atado con una banda de paja, cuerdas de paja para atar las mangas y un tocado también de paja; además iban descalzos. Las chicas vestían kimonos de color azul oscuro o hechos de fibra de banana y un tocado de paja o de tela blanca. En algunas aldeas los jóvenes cubrían sus rostros con sombreros de paño o de hojas de palma.


Los bailarines jóvenes de eisā, o eisā shinka, supuestamente no eran de este mundo y personificaban a los espíritus hambrientos que aparecían durante el período Bon. El sake y los pasteles de arroz que las familias les ofrecían eran comparables con el minnuku que era dado a los espíritus hambrientos. El cubrir sus rostros enfatizaba la separación entre los eisā shinka y los vivos, una faceta que es también encontrada en el angama de las isla Yaeyama y de la práctica de “recibir pasteles de arroz” de la isla de Amami.


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