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Derechos Reservados  © Mauricio Martinez R..

TEATRO NOH: PRINCIPIOS Y PERSPECTIVAS

por Kunio KOMPARU ©


Traducido y publicado bajo autorización de

Floating World Editions



Parte Uno: Principios y Perspectivas


1. Santidad y Magia: Dos Características Fundamentales


1.1. La Santidad del Espacio



Cuando el Noh es presentado en un programa formal completo en ocasiones de auspicio tales como el Día de Año Nuevo o la inauguración ritual de un nuevo escenario, el programa, que consta de cinco obras de Noh con piezas kyôgen presentadas entre ellas, está precedido por el ritual Noh conocido como Okina, que incluye la danza Sambaso. Se dice con frecuencia que Okina es y no es al mismo tiempo Noh. Desarrollada a partir de un antiguo ritual llamado Shiki Samba, es considerada sagrada y es tratada en una forma especial. El actor que interpreta el papel del místico, viejo, y divino Okina, debe convertirse en el dios. Todos los actores que participan se consagran a los rituales de purificación y por un cierto período de tiempo anterior a la función observan la práctica de Bekka (fuego separado), que consiste en tomar la comida que es cocinada aparte de la del resto de la familia. El día de la representación el Okina-kazari, un tipo de altar pequeño, es construido en el cuarto del espejo con las máscaras de Okina y Sambaso, campanas y otros implementos rituales, y se colocan sobre él sake, arroz y sal consagrados. Cada actor toma una parte de ellos, pasa por un ritual de fuego ( con chispas producidas por acero y pedernal), y solamente entonces, despues de esta doble purificación de si mismo, prosigue al escenario. Además, cuando él atraviesa la cortina profiere un conjuro, el Okina-watashi, y luego de que el actor que representa a Okina ha hecho una gran venia en el centro del escenario, se pronuncian las sílabas misteriosas del Kami Uta o "canción del dios", "Too too tarari tararira..."



1. Okina es la única obra en el repertorio en la cual la entrada se hace sin música (el coro, los músicos, Sambasô, Senzai y Okina, todos entran en silencio) y en la cual la máscara es puesta sobre el rostro cuando el intérprete está en el escenario. Una pieza corta en la cual el shite vendice la tierra, y esto ocurre más como un ritual que como una obra ya que luego de colocarse la máscara el actor se convierte en un dios.



Okina consiste de tres danzas. Primero es la danza majestuosa del joven Senzai, con patrones especiales de zapateo que traen rápidamente a la mente los rituales Shinto de la invocación de un dios y de la existencia de la tierra. El momento de la danza de Senzai en la que Okina se pone la máscara blanca simboliza el descenso del dios. Entonces Okina, que se ha convertido en el dios, danza con gran calma y reflexión el Kamigaku (representación divina). Finalmente Sambaso, un actor kyôgen con máscara negra, ejecuta una animada danza con saltos, zapateos, y vibración de campanas, sugiriendo claramente las acciones tanto de apaciguamiento del demonio como de las actividades agrícolas. El sistema de interpretación en otras palabras, corresponde a las tres etapas del ritual Shinto: un dios es invocado el cual se hace presente, danza, y es enviado fuera.


Esto elocuentemente demuestra la profunda coloración del Noh con la naturaleza ritual de Dengaku, y en esto debemos reconocer la coexistencia tanto de una visión de divinidad como absoluta, y de una veneración shamanística del temible poder de la naturaleza como espiritual.


2. Un festival agricola, el precusor de Dengaku (noten cómo el espacio sagrado se enmarca en el mismo campo).




El dios fue el intangible objeto de fe y la naturaleza el tangible, y generalmente en expresiones ceremoniales de fe el significado fue puesto más en el hacer que en el mostrar: los agricultores confiaban todo a la benevolencia sagrada y sus oraciones de suplica por una abundante cosecha o de agradecimiento por una buena recolección fueron basadas en los principios de la vida diaria. Los festivales agrícolas sagrados formaron las bases para casi todas las artes de entretenimiento de Japón, y en ellos vemos claramente una tendencia hacia los ciclos y la asimilación con la naturaleza que podrían incluso ser consideradas como los principios de la cultura japonesa creados por los agricultores.



   El espacio consagrado donde tales actos podrían llevarse a cabo fue llamado Himorogi. Este concepto de un espacio especialmente marcado ha existido en Japón desde tiempos remotos. Pedazos de papel recortado son colgados sobre el árbol sagrado Sakaki (cleyera japonica) o cocidos a una soga que rodea el área sagrada dentro de la cual el dios es temporalmente invocado. Esto puede ser hecho o desmantelado en cualquier momento y en cualquier lugar. Podemos ver esto hoy día en festivales y también en ceremonias de arado. Noh es un tipo de festival, y es apropiado comenzar, como en Okina, haciendo que el dios habite dentro del actor y simbolizando la santificación del espacio colgando alrededor de las vigas altas del escenario una cuerda sagrada adornada especialmente.


El lugar donde el Noh es representado, por lo tanto, no puede ser consebido sin considerar la santificación del espacio. Los dioses llegan y se van en Noh, transcendiendo tiempo y espacio: aparecen en obras tales como Okina que son acerca de dioses; su descenso es simbolizado en obras en las cuales se colocan altares temporales; y su existencia es sugerida en obras con médium de templos, llamados Miko. Además de estas manifestaciones o sugerencias de deidades hay una cierta cualidad sagrada que mana profunda y constante en las obras, en las danzas desarrolladas a partir de rituales antiguos, en los gritos de los percusionistas que suenan como invocaciones, y en el golpe de los pies que parecen ser ecos piadosos de los mismos espíritus sagrados.


Sin embargo, más importante que todos estos ejemplos específicos que simbolizan santidad, hay algo intrínseco que reside dentro de la estructura del drama Noh. La acción de una obra finaliza con una nota fuerte y aguda de la flauta y los dos zapateos finales del Shite, o actor principal, y luego el silencio cae por un instante. Los intérpretes se enfilan calladamente a lo largo del puente y desaparecen detrás de la cortina, y permanece tan solo el sorprendente pino fresco que está pintado sobre la pared en la parte anterior del sencillo escenario de madera -un núcleo de santidad existe en ese preciso momento y espacio, sin palabras ni sonidos. Esta transición del espacio es quizás especialmente sorprendente para el arquitecto, quien está siempre interesado en el tiempo y el espacio. Por cierto, el arquitecto Hiroshi Ooe dijo alguna vez: "No puedo menos que recordar [cuando veo Noh] el sentido de espacio y el paso misterioso del tiempo que experimenté cuando los aldeanos se retiraban silenciosamente después de misa en una iglesia pre-Romana construida hace mas de mil años en una pequeña aldea en un lugar remoto del norte de España".




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