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Derechos Reservados  © Mauricio Martinez R..

HAYACHINE KAGURA
Por Irit Averbuch

Introducción

-Shugendô


Pensamiento y Práctica Shugendô


”Shugendô” significa “el camino para ganar poderes mágicos a través de la práctica ascética” en las montañas. Ecléctico en carácter, sus conceptos doctrinales surgen principalmente a partir del Budismo Esotérico (mikkyô) de las escuelas Shingon y Tendai, y sus práctica abarcan una variedad amplia de prácticas antiguas shintoístas y chamánicas, adoración a las montañas, ritos budistas y métodos de adivinación y ascetismo taoísta. Con énfasis en la práctica más que en la doctrina, Shugendô tiene que ver principalmente con las prácticas rigurosas ascéticas y con la elaboración de los rituales. Estas tendencias eclécticas y prácticas son representativas de las actitudes religiosas japonesas en general.

Doctrinalmente, el ascetismo Shugendô tiene como propósito “el llegar a ser un Buda en este mismo cuerpo” (sokushin jôbutsu). Esta aspiración es de origen Shingon, pero acorde con el sistema Shugendô esto se debe lograr a través de la práctica ascética (shugyô), el camino más difícil pero efectivo hacia la iluminación. En lo práctico, el ascetismo Shugendô tiene como propósito el obtener poderes mágicos que permitan a sus practicantes el convertirse en brujos, curanderos y conquistadores de espíritus malignos. De esta forma el yamabushi que practica ascetismo (shugyô) en las montañas lo hace en búsqueda de poder, en la tradición del fundador, En no Ozunu, quien gobernó sobre los demonios y manipuló espíritus. La habilidad de conquistar demonios sirve a los yamabushi en sus papeles como magos y exorcistas, quienes también son vistos en el sentido budista como conquistadores de los demonios de la ignorancia.

Al igual que en el sistema Shingon, los yamabushi ven el universo como algo que consiste de el cuerpo, el sonido y la mente (shin-ku-i) del Buda Dainichi. Los yamabushi comprendían la realidad en términos de la unidad de los principios complementarios de Sabiduría y Compasión descritos como los Reinos/Mandalas del Diamante y la Matrís (Kongô-kai y Taizô-kai). La persona iluminada es la que lleva a cabo esta unidad y su propia “iluminación original” (hongaku). La influencia Tendai sobre el pensamiento de los yamabushi se observa desde la visión de que el universo está compuesto por diez reinos de la existencia (jikkai). No obstante, la visión del mundo según los yamabushi no es estrictamente budista; esta también incorpora la antigua cosmología japonesa, la cual ve a este mundo como animado por infinidad de kami y espíritus, buenos y malos, con los cuales los yamabushi se pueden comunicar. En el sistema yamabushi fusionado de Budismo y Shintoísmo, este mundo incluye los diferentes reinos de la existencia y es visto como divino en esencia. De esta forma el infierno y el cielo están en las montañas y pueden ser visitados y experimentados físicamente. Se considera a las montañas sagradas como mandalas o “mapas” del universo. Así cuando los yamabushi entran a la montaña, entran al mandala cósmico, y mientras avanzan hacia su centro ellos progresan a través de los diez reinos de la existencia. El progreso es tanto mental como físico, con énfasis puesto en la práctica ascética. Esto quiere decir que tanto la aspiración del sokushin jôbutsu como la imagen del mandala universal no son solamente ideas abstractas sino que tienen un significado físico concreto para los yamabushi.

Se establecieron retiros rituales periódicos en las montañas (mine iri) durante la edad media, con un ciclo de ritos y entrenamiento para buscar metas espirituales y mágicas. Al tiempo que cada centro de montaña desarrolló su propio sistema, con frecuencia se ejecuta un ciclo simbólico y ascético de progreso a través de los diez reinos de la existencia. Durante los retiros ascéticos se tolera el hambre, la sed, la prohibición de dormir, los peregrinajes severos, al igual que prácticas tales como permaneces parado bajo una cascada de montaña en invierno. Estas austeridades son acompañadas por rituales complejos de simbolismos de varios niveles, que trabajan sus poderes mágicos para ayudar y dar avance a los practicantes en su búsqueda. En uno de tales ritos, el saitô goma (ritual del fuego al aire libre) del monte Haguro, los símbolos del agua y el fuego son combinados en la construcción del altar, que también simboliza al cuerpo humano. Cuando el altar es iluminado, el cuerpo pecaminoso del yamabushi es simbólicamente aniquilado y luego renace como el cuerpo puro de un bodhisattva. Este simbolismo está también conectado con el proceso de la iniciación del chamán.

Todos los rituales yamabushi, trajes y utensilios son fuertemente simbólicos, con varios niveles de significado presentes en cada uno de los objetos, en las acciones y en el movimiento. Es posible observar este simbolismo principalmente en dos niveles: el doctrinal, con frecuencia con significado budista, y el significado práctico o mágico-chamánico., Que corresponden con el doble propósito de Shugendô. Esto está ilustrado en el atuendo, cada uno de cuyas partes está cargada con el significado doble. Así, el tokin yamabushi, un pequeño gorro redondo y negro puesto en la frente entre los ojos, tiene líneas delgadas que lo dividen en doce partes, simbolizando la enseñanza principal budista de la cadena de doce partes del origen interdependiente. El tokin es tanto el signo de Dainichi y un dispositivo mágico contra los espíritus malvados de la montaña. El traje del yamabushi (suzukake), que representa el Reino del Diamante, y el sobrepelliz (yuigesa), que representa el reino de la Matriz, también significan estatus y afiliación sectaria en Shugendô. El sonido de hora (caracola), el sello del yamabushi, es la voz del sermón del Dharma y también es usado para comunicación en las montañas. El sombrero de paja (ayaigasa), que sirve como protección del sol y la lluvia, es también el símbolo de la placenta dentro de la Mandala de la Matriz cósmica. El bastón (kongô zue), simboliza el reino del Diamante, es también indispensable para escalar las montañas. Incluso las polainas simbolizan los diferentes estados en el proceso de alcanzar el estado de Buda. Vestidos en este “traje poderoso” práctico, los yamabushi entran en el mandala de montaña y progresan a través de este hacia su meta.

Si bien los rituales y los actos de adoración son usualmente dirigidos hacia toda la multitud de deidades protectoras de montaña (yama no kami), el principal objetivo de la adoración en Shugendô es Fudô Myôô (acala-vidyā-rāja en sánscrito, el Inamovible), uno de los “reyes sabidos” (protectores del Dharma) del Mandala de la Matriz. Fudô Myôô, oscuro, negro o azul, con cabello enmarañado, asume un feroz semblante con dientes afilados que se curvan sobre sus labios. Él carga una espada para someter demonios y corta a través de la ilusión y la ignorancia, y las llamas que surgen de su cuerpo son comparables con el calor producido por los ascetas (los tapas de los yoguis indios). Como tal, su imagen es una expresión muy apropiada de la esencia del ascetismo.

Como ascetas misterioso de montaña, los yamabushi fueron naturalmente temidos por la gente. Debido a su rara habilidad de moverse rápidamente en las profundidades de las montañas fueron frecuentemente asociados con los tengu, duendes alados de montaña con caras rojas y narices largas, guardianes de tradiciones secretas cuya forma se cree podían asumir a voluntad. La máscara roja de los tengu generalmente vista sobre las paredes de restaurantes está siempre acompañada del tokin. Esta máscara aparece prominentemente en las artes escénicas folclóricas influenciadas por Shugendô.     



 





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